4.9.06

Las luces de Santo Domingo

Con el susto aún en la mirada, llegué al otro continente dejando atrás mi mundo mi espacio. Mientras los minutos pasaban, más eran mis ganas de conocerle, de hacer de sus calles mi nuevo pasatiempo y de su gente mi reflejo. El sólo hecho de estar allí ya era una fortuna y muy dentro de mí planeaba protagonizar las historias que contarían mis nietos a sus nietos. Esas historias que únicamente se pueden evidenciar por las fotos y los retratos fieles de todas las aventuras de los ancestros.

Y bajo una bandera, de acuarela azul con estrellas, y una misma moneda encontré el paraíso terrenal, sin dejar de pensar en mi tierra; aquella que había dejado atrás, la de las palmeras y el sudor en la frente. Mas no por esa nostalgia, esa espinita en mi corazón, iba a desaprovechar la oportunidad de conocer todas las opciones para valorar más lo propio.

Entonces comenzó la aventura. Poco tiempo, tantos lugares... demasiados recuerdos. Nunca olvidaré aquel azul intenso del cielo de un atardecer y las exquisitas degustaciones gourmet. El trato, el carisma y aunque el tiempo corre de prisa siempre alcanza para un café. Las torres, los jardines, los santos y sus castillos de fe, las flores OH! Las flores, que bailan al ritmo de una estación de tren. Tanta tierra, tanta gente...tanta cultura, que no pensé nunca poder absorberla de tanta belleza que hay en ella. Lugares que se quedarán en mi corazón aunque es la vibra de mi tierra la que correrá con furor indeleble por mis venas, hasta el ultimo aliento de mi ser.

Siempre me pasa, no se por qué, pero en la ida siempre añoro la vuelta. Y cuando el pájaro de acero desciende de los cielos se me devuelve el alma al cuerpo. Porque a pesar de ser difícil de entender, siento que el día que no vuelva a ver estas luces y cruzar estas calles, el mundo sera plano, demasiado justo, demasiado sencillo y complejo a la vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te esperamos pronto!!
:-)
tio Jean y tia ata

Sheryll Reyes dijo...

jejeje!!!! brincos diera!!!!